CALENTAMIENTO GLOBAL

lunes, 21 de julio de 2014

VALORES EN EL ÁMBITO DE LA EDUCACIÓN

LOS VALORES EN EL ÁMBITO DE LA EDUCACIÓN: DESDE LA
                     CONCEPCIÓN: Judeo-Cristiana

Presentación:

La adquisición de valores en el ámbito de la educación, es un hecho inherente que no solamente es reclamado, sino que constituye la esencia del quehacer educativo. La escuela es la fuente del saber y las virtudes y por lo consiguiente, el lugar donde se espera egresen los hombres y las mujeres con una conducta intachable. Sin embargo también es motivo de preocupación, que la escuela en la actualidad descuida los aspectos morales en el desarrollo de los aprendizajes, porque estos se reducen a la mera adquisición de habilidades de lecto-escritura, como herramientas de acceso a la cultura únicamente.

Este enfoque del quehacer educativo evidencia que en el nivel político, el ser humano desvirtúa el bien común por el bien particular en el ejercicio de la partidocracia. Para citar ejemplos de profesionales de alta investidura involucrados en actos de corrupción, que en el peor de los casos no enfrentan su situación jurídica, sino encima de todo huyen de la justicia.

Este tipo de experiencias reflejan en la ciudadanía y en la población escolar mensajes negativos, porque de quienes se espera integridad moral, son los menos indicados. Este ensayo, pretende dar una explicación de la interpretación de José María Puig Rovira y María Jesús Martín García en el capítulo de Educación en Valores y de algunas referencias judeocristianas, producto de la catequesis y pastoral cristiana.

El carácter transversal de la educación en valores:

Cuando se aborda el tema de los valores, se traduce en el lenguaje ordinario la moral, como la plataforma de entender las buenas acciones o los caracteres de las personas desde el punto de vista de la bondad o malicia. Es frecuente escuchar la frase: “Aunque el pago no era exigible, pero tenía la obligación moral de hacerlo”. Frases como estas hace que la palabra moral está presente en todas las acciones y ámbitos del conocimiento humano. No hay aspecto alguno de la vida diaria en la que no se esté involucrado con la moral, por eso se perfila la moral como un tema transversal en educación.

De acuerdo con los autores, la persona no está programada ante todas las circunstancias, sino se ve obligada a decidir continuamente cómo y hacia dónde quiere dirigir su vida. Su futuro no está totalmente determinado por el azar, ni por las prescripciones genéticas, ni por las influencias sociales y culturales de su medio.

El origen de la moral está precisamente en esa necesidad de decidir cómo se quiere vivir. Pese a las presiones sociales y a los condicionamientos culturales, el ser humano tiene la responsabilidad y la posibilidad de vivir de manera consciente, libre y responsable.

 La Educación Moral, es ayudar a los alumnos a integrarse en la comunidad. Para conseguirlo, se les debe dotar de las habilidades y bagaje cultural necesario para adaptarse a los códigos morales establecidos, sumado a la socialización se destaca una vertiente creativa, crítica y transformadora.

La educación moral pretende que cada sujeto sea el autor de su propia historia, para la cual debe tener en sus manos la responsabilidad de inventar su vida, de tomar decisiones en situación de conflictos de valores y construir una forma de ser deseada y un modo de convivir justo.

La educación moral pretende ayudar al alumnado en el proceso de desarrollo y adquisición de las capacidades para sentir, pensar y actuar. En la educación moral como en los demás hechos educativos, desarrollo y aprendizaje son dos conceptos estrechamente relacionados.

La educación moral debe contribuir al desarrollo de las capacidades psicológicas que forman el sentimiento, el pensamiento y la acción moral. Los sentimientos morales abarcan la empatía, la vergüenza y el orgullo o la culpa. La reflexión moral como el desarrollo del juicio moral y la comprensión crítica de la realidad.

Son conocimientos básicos: los valores y los elementos culturales moralmente deseables como la justicia, la libertad, la igualdad, la tolerancia, la solidaridad, o la paz, como contenidos básicos de la personalidad moral.

Los autores clasifican la educación en seis modelos a decir:

1)      Modelos de transmisión de valores absolutos:

Para imponer valores y normas se sirven de autoridad que regula la vida personal y social. Se trata de mostrar de la manera explícita posible la diferencia entre el bien y el mal, lo justo de lo injusto y qué conducta adoptar en cada momento.  Para eso hay métodos de transmisión de valores absolutos: la instrucción, la inculcación, el adoctrinamiento o el castigo. Es frecuente la coacción para conseguir que los estudiantes hagan suyos los valores que se les desea transmitir.

2)      Modelos de socialización:

Es en el seno de la sociedad como bien supremo donde emana la moralidad a la que las personas deben someterse, aceptando las normas y valores que posibilitan y conforman la vida en sociedad.

En este caso, las normas a las que debe someterse la voluntad y la conducta son obra de la colectividad, que definidas y acabadas, surgen del trabajo en común y de la convivencia. La autoridad que posee la sociedad le ha sido otorgada por todos sus miembros y necesita ser reconocida y reforzada continuamente.

Según Durkheim, hay tres elementos básicos en la socialización:

a)      La disciplina. La vida moral no puede estar a merced del azar, la indecisión o la arbitrariedad. Hay que fomentar en el alumno cierto gusto por las normas y que defienda una actitud de respeto hacia la autoridad.
b)      La adhesión a los grupos sociales. Son los actos morales por los que se obra por un interés colectivo y no individual, de interés impersonal y supraindividual que tiene por objeto la sociedad en su conjunto.
c)      La autonomía de la voluntad: La autonomía de la voluntad consiste en aceptar voluntariamente las normas sociales.

3)      Modelos de autoconocimiento y autenticidad moral:

Este modelo se entiende cuando la persona se identifica con una concepción relativista de los valores. Esta concepción surge y cobra fuerza cuando las sociedades se hacen más plurales y el modelo de valores absolutos entra en crisis. El punto de referencia para tomar decisiones ya no es una instancia externa al sujeto, sino  que cada persona debe poseer una escala de valores propia que le permita tomar decisiones en situaciones conflictivas. La única vía de solución ante un conflicto de valores es apelar a la autonomía del sujeto, según una concepción individualista, en la que nadie está legitimado para valorar la vida de los demás, ni los tiene en cuenta para tomar sus propias decisiones.

El único aprendizaje que tiene sentido es orientar a fomentar en el alumno un proceso interior de reflexión que le permita reconocer sus propios valores que le serán útiles en el futuro para tomar decisiones en situaciones moralmente controvertidas.

Para ello están los programas y experiencias que favorezcan el autoconocimiento, la reflexión, la práctica activa y consciente en torno a los valores morales.

4)      Modelos de desarrollo del juicio moral:

Los expositores de esta corriente son Piaget y L. Kohlberg cuando hablan del Relativismo Moral. Este paradigma niega la existencia de valores absolutos que deban transmitirse de generación en generación, pero tampoco comparte la creencia de que los conflictos morales únicamente puedan solucionarse atendiendo a situaciones subjetivas.

De la heteronomía a la autonomía moral: Piaget afirma que el objetivo es construir personalidades autónomas y responsables, por lo que la intervención educativa debe impulsar el paso de la moral heterónoma a la moral autónoma.

Para ello, se deben proporcionar al estudiante experiencias que favorezcan el abandono de la moral autoritaria e invitar a valorar y adoptar una moral de respeto mutuo y de autonomía.

El desarrollo moral, según Piaget está determinado por el desarrollo cognitivo y por las interacciones sociales que el niño mantiene con los adultos y con sus semejantes. Considera que el razonamiento moral progresa paralelo al desarrollo cognitivo.

Según Piaget hay dos tipos de interrelaciones sociales:

a)      Las relaciones de presión: Son las que caracteriza las relaciones que los niños mantienen con sus padres o adultos.
b)      Las relaciones de cooperación: Son las que establece el niño con sus iguales que le permiten una moral autónoma.

5)      Modelos de adquisición o hábitos morales:

La finalidad  última de la educación moral debe ser la formación del carácter y la adquisición de virtudes.

La situación sociocultural, donde la crisis de valores y la anomia, parecen ser los detonantes más significativos.

Una persona solo puede considerarse moral, si su conducta es virtuosa. Es el comportamiento lo que define al sujeto moral.

Pedagógicamente, la educación moral como formación de hábitos, intenta poner en marcha todos aquellos mecanismos y dispositivos que ayudan a los educandos a realizar actos virtuosos coherentes con los principios morales esenciales y que les permita habituarse a actuar de forma correcta, honesta e íntegra.

6)      Modelos de construcción de la personalidad moral:

La educación moral es un producto cultural, cuya creación depende de cada uno de los individuos y del conjunto de todos ellos.

Los elementos que intervienen en la construcción de la personalidad moral son:

1)      Las experiencias y problemas de valor que presenta la realidad: La escuela no puede quedar al margen de los conflictos y temores que viven los alumnos fuera del ámbito escolar. La escuela debe de estar atenta para captar aquellos conflictos que los jóvenes perciben en su entorno cultural, relacionados con temas macroéticos como la eutanasia, problemas medioambientales, la guerra o la injustita social. También deben abordarse las experiencias de iguales de los alumnos.

2)      Las herramientas o procedimientos de la inteligencia moral: La inteligencia moral se entiende como el conjunto de instrumentos o capacidades que constituyen la conciencia moral. Si el proceso de desarrollo de esta capacidad de la persona moral ha sido adecuado, la persona acabaría por descubrir y valorar por encima de otras consideraciones, el autoconocimiento, la igualdad, la dignidad, el sufrimiento, la justicia, el diálogo, la autonomía de las personas, la libertad, etc.

3)      La conducta moral: También está la cultura moral que son los valores, las normas sociales, las reflexiones filosóficas, los modelos personales, las instituciones sociales o las propuestas normativas como: la declaración Universal de los Derechos del Hombre.


Las concepciones Judeo Cristianas:
Judaísmo: Es la cultura religiosa de los judíos (conocidos también como el pueblo de Israel). Es una de las religiones más antiguas de la historia. Los términos judaísmo y religión no existían en el hebreo premoderno. Los judíos hablaban de la Torá: leyes que Dios reveló a Israel, y en las que se ofrecía una visión del mundo y una manera de vivir (la Halajá), la senda que se debía seguir por el mundo: las leyes, costumbres y prácticas judías.
Es un sistema de santificación en el que todo está sometido a la voluntad expresa de Dios, de acuerdo con modelos divinos revelados sobre el orden cósmico y la legalidad. Judaísmo, Cristianismo e Islam, las tres grandes religiones monoteístas, tienen mucho en común. El Cristianismo surgió en Palestina dentro de la comunidad judía durante el siglo I d.C.; en un principio, el Islam extrajo parte de su ideología del Judaísmo. Teniendo en cuenta que desde el siglo VII la mayor parte de los judíos han vivido en un ambiente cultural muy cercano al Cristianismo y al Islam, estas dos religiones ejercieron una fuerte influencia en la historia del Judaísmo.
A pesar de que las distintas formas del Judaísmo están enraizadas en la Biblia hebrea (a la que los judíos llaman Tanak, acrónimo de sus tres partes: Torá, el Pentateuco; Neviím, los Profetas; Ketuvim, los Hagiógrafos), sería un error considerar el Judaísmo simplemente como la religión del Antiguo Testamento. Para los judíos, toda la vida es un continuo acto de adoración divina. “Tener a Dios siempre delante de mí” (Sal. 16,8). Este verso que está inscrito en el frontis de muchas sinagogas, muestra muy bien la piedad judía. Por tradición, los judíos rezan tres veces al día: por la mañana (shaharit), por la tarde (minjá) y al anochecer (maariv).
Para el Judaísmo rabínico, el estudio de la Torá, que es la voluntad revelada de Dios, también es considerado como un acto de adoración. Todos los días durante los servicios religiosos de las mañanas, se recitan pasajes de las Escrituras, la Mishná y el Talmud. Los lunes y los jueves por la mañana, se saca de un arca, que está en la parte frontal de la sinagoga, un rollo que contiene la Torá, escrito a mano. Luego se procede a su lectura cantada frente a la congregación de los fieles. La lectura litúrgica de la Torá más importante es la que se realiza durante el shabat y en las mañanas de otras festividades. A lo largo del año, durante los sábados, se terminará leyendo toda la Torá. El ciclo anual comienza nuevamente cada otoño, con una celebración llamada Simjat Torá (‘regocijaos con la ley’), que concluye al final de la fiesta del Sukot. La lectura que se realiza de la Torá durante las fiestas versa sobre distintos temas y observancias, dependiendo del día que se realice. La lectura de la Torá durante los sábados y las fiestas es acompañada de la lectura de escritos de los profetas relacionados con los mismos temas (Haftará, que significa conclusión). Por eso, la lectura en público de las Escrituras es una parte fundamental del culto religioso en la sinagoga. De hecho, en un principio, esta parece haber sido la función más importante de la sinagoga como institución religiosa.
Además de las oraciones a lo largo del día, los judíos recitan numerosas bendiciones, siempre antes de algunos actos importantes y antes de disfrutar de las bondades de la naturaleza. Para los judíos, la tierra pertenece a Dios. Los seres humanos simplemente son agricultores o jardineros arrendatarios de esta tierra. Por lo tanto, los arrendatarios no deben olvidar que parte de los frutos le corresponden al dueño. Las leyes relacionadas con la alimentación de los judíos están también vinculadas al culto del Templo. Hacen una analogía entre la mesa de la casa de cada persona y la mesa del Señor. Los judíos no comen la carne de ciertos animales considerados impuros (Dt. 143-21). Dentro de esta categoría están los cerdos y los peces que no tienen aletas o escamas. Los animales comestibles, aquellos con pezuñas hendidas y rumiantes, deben ser sacrificados de forma apropiada (kasher), y se les debe sacar toda la sangre antes de ser ingeridos. No se puede tomar simultáneamente carne y leche.
Cristianismo: Religión monoteísta basada en las enseñanzas de Jesucristo según se recogen en los Evangelios, que ha marcado profundamente la cultura occidental y es actualmente la más extendida del mundo. Está ampliamente presente en todos los continentes del globo y la profesan más de 1.700 millones de personas.
El Cristianismo, en muchos sentidos y como cualquier otro sistema de creencias y de valores, se comprende sólo desde “el interior” entre aquellos que comparten la creencia y se esfuerzan por vivir de acuerdo con esos valores. Cualquier descripción de la religión que ignora estas concepciones internas, no sería fiel en el orden histórico. Sin embargo, un aspecto de los que profesan esta fe no reconocen por regla general que semejante sistema de creencias y de valores también puede ser descrito de una forma que tenga sentido para un observador interesado, aunque no comparta, o no pueda compartir su punto de vista.
Todas las referencias históricas que se tienen de Jesús se encuentran en los Evangelios, parte del Nuevo Testamento englobada en la Biblia. Otros libros del Nuevo Testamento resumen las creencias de la Iglesia Cristiana primitiva. Tanto San Pablo como otros autores de las Sagradas Escrituras creían que Jesús fue el revelador no sólo de la vida humana en su máxima perfección, sino también de la realidad divina en sí misma.
El misterio fundamental del Universo, llamado de muchas formas en las distintas religiones, en palabras de Jesús se llamaba “Padre”, y por eso los Cristianos llaman a Jesús, “Hijo de Dios”. En todo caso, tanto en su lenguaje como en su vida, existía una profunda intimidad con Dios y un anhelo por acceder a Él, así como la promesa de que, a través de todo lo que Jesús fue e hizo, sus seguidores podrían participar en la vida del Padre en el cielo y podrían hacerse hijos de Dios. La crucifixión y resurrección de Jesucristo, a la que los primeros Cristianos se refieren cuando hablan de Él como de aquel que reconcilió a la humanidad con Dios, hicieron de la cruz el principal centro de atención de la fe y devoción cristianas, y el símbolo más importante del amor salvador de Dios Padre.
En el Nuevo Testamento, y por lo tanto en la doctrina cristiana, este amor es el atributo más importante de Dios. Los Cristianos enseñan que Dios es omnipotente en su dominio sobre todo lo que está en la tierra y en el cielo, recto a la hora de juzgar lo bueno y lo malo, se encuentra más allá del tiempo, del espacio y del cambio, pero sobre todo enseñan que “Dios es amor”. La creación del mundo a partir de la nada así como de la especie humana fueron expresiones de ese amor, como también lo fue la venida de Jesús a la Tierra. La manifestación clásica de esta confianza en el amor de Dios viene dada por las palabras de Jesús en el llamado Sermón de la Montaña: “Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?” (Mat. 6,26). Los primeros Cristianos descubrían en estas palabras una demostración de la privilegiada posición que tienen los hombres y las mujeres por ser hijos de un padre celestial como Él, y del lugar aún más especial que ocupa Cristo. Esa posición de excepción llevó a que las primeras generaciones de creyentes le otorgaran la misma categoría que al Padre, y a que más tarde utilizaran la expresión “el Espíritu Santo, a quien el Padre envió en el nombre de Cristo”, como parte de la fórmula que se utiliza en la administración del bautismo y en los diversos credos de los primeros siglos. Después de numerosas controversias y reflexiones, aquella expresión se transformó en la doctrina de Dios como Santísima Trinidad.
El mandato y la exhortación de la predicación y las enseñanzas cristianas abarcan todos los temas referentes a la doctrina y a la moral. Los dos mandamientos más importantes del mensaje ético de Jesús (Mt. 22,34-40) son el amor a Dios y el amor al prójimo. La aplicación de estos mandamientos a situaciones concretas de la vida, ya sea en el orden personal o en el social, no genera uniformidad en el comportamiento moral ni en el social. Por ejemplo, hay cristianos que consideran pecaminosas las bebidas alcohólicas, pero los hay que no opinan igual. Existen cristianos que adoptan diferentes posturas sobre temas de actualidad, ya sea desde puntos de vista de extrema derecha, de extrema izquierda o de centro. A pesar de ello, es posible hablar de un modo de vida cristiano, aquel que participa de la llamada al servicio y a convertirse en discípulo de Cristo.

Juicio crítico:

La escuela en cierto modo siempre estuvo bajo el control de la Iglesia, por lo tanto e indirectamente, la organización y conducta de funcionarios tiene una tendencia de infundir respeto por la veneración a Dios y el cumplimiento de los mandatos de Dios, como lo son los diez mandamientos.

Dicho de otra manera, hay un modo de decir de profesar la fe cristiana, pero el actuar difiere por la crisis de valores que se vive en los distintos estratos sociales. Por lo tanto, considerar una influencia religiosa en la educación tiene sus altibajos por no decir, una desvalorización por el carácter laico de la educación.


Conclusiones:

1.                  La vivencia de los valores morales en la educación es una aspiración válida en la preocupación del género humano. Nadie quiere ver convertido a su hijo en un criminal, por lo que se demanda siempre una intervención de la moral en el quehacer educativo.
2.                  Es imperante la necesidad de velar por la buena educación de los hijos, porque no se puede dejar al educando fuera del alcance de los valores humanos.


Bibliografía:

1.                  COLECCIÓN OCÉANO. Manual de la Educación, Grupo Editorial Océano. España, s/f.
2.                  MICROSOFT CORPORATION. Microsoft ® Encarta ® 2007. © 1993--2006 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.



1 comentario:

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